Desde la fecha 11 del Torneo Apertura que se viene hablando de un potencial "encuentro", aunque sin sabor a cerveza, entre Juan Sebastián Verón y Matías Almeyda. Allí, cuando corría la mitad del mes de octubre, el uruguayo Sebastián Curbelo, defensor de Godoy Cruz, lesionó a Erik Lamela en una jugada riesgosa para el físico del juvenil mediocampista de River.
El "run-run" se generó a raíz de las fotos que se mostraron en diversos medios con la pierna ensangrentada del jugador que en el año 2004 quisiera llevarse el Barcelona mediante la patria potestad. Con Verón a la cabeza ("parecemos nenas"), se fueron sumando declaraciones en contra de la difusión de las fotos. Hablamos de David Ramírez, Néstor Ortigoza y Christian Cellay, entre los más enérgicos.
Luego del desfile de argumentos cual pasarela de Giordano en Punta del Este, Almeyda salió al cruce de los hombres del fútbol argentino para afirmar que "Verón vende humo para quedar bien no se con quién", y algo así como "Va a tener que venir a jugar al Monumental, y ahí vamos a ver si somos nenas".
La cuestión es que en el partido con Argentinos Juniors la "brujita" fue amonestada, insólitamente, por invadir el círculo central mientras el "bicho" se disponía a sacar del medio por el empate de Estudiantes, que terminó venciendo por 3 a 1. Como la tarjeta amarilla que recibió fue la quinta, el puntero del campeonato no podrá contar con su jugador más importante para visitar a River el miércoles a las 17 en Núñez. ¿Puede pasar por la cabeza de un futbolista de su trayectoria hacerse amonestar para evitar verse con Almeyda? La realidad contradice al dicho: "Yo no creo en las brujas, pero que las hay, las hay".
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